El Movimiento por la Paz, la
Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MOPASSOL) ,
preocupado por la grave situación denunciada por diversas
organizaciones de la hermana República de Honduras sobre los
crímenes cometidos en contra de la población civil, y que
afectan en particular a familias campesinas de la zona del Bajo
Aguan, expresa su profunda solidaridad con el pueblo hondureño.
En el marco del 143º Período de
Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
se denunció el incremento de los asesinatos -42 asesinados/as
afiliados a organizaciones campesinas entre septiembre del 2009
y octubre del 2011-, persecuciones, amenazas e intimidaciones en
contra de unas 3.500 familias campesinas que reclaman su derecho
a la tierra y a la alimentación.
A esto deben sumarse los
procesos judiciales en contra de más de 160 campesinos
-iniciados hasta julio del 2011-, los desalojos forzosos y la
destrucción de las viviendas y medios de vida de pueblos
enteros. Los campesinos se encuentran indefensos ante el saqueo
de sus tierras por personajes ligados al régimen político
instaurado tras del golpe de estado de 2009.
Según informes disponibles, son
más de 600 mil familias que carecen de tierra, sin que el Estado
hondureño propicie ninguna estrategia que permita solucionar
este grave problema social. El conflicto agrario se polarizó a
raíz de la Ley de Modernización Agrícola del año 1992, que
permitió rebalsar los topes existentes a la tenencia de la
tierra, y dio lugar a enormes plantaciones concentradas, en el
Bajo Aguan, en manos de terratenientes ligados al actual
régimen.
El gobierno, en vez de
responder por estas violaciones graves y sistemáticas a los
derechos económicos, sociales y culturales de la población,
inició la operación conjunta Xatruch II, que desde mediados de
agosto desplegó en la zona unos mil efectivos policiales y
militares de la Fuerza Naval y del Batallón de Infantería con
sede en el Aguan, y el Operativo Relámpago –a partir de
noviembre del 2011-, bajo la justificación de “disminuir la ola
de asesinatos y secuestros en el país”, generando nuevas y
graves denuncias sobre torturas de campesinos por parte de
agentes de la dicha Operación, con el asesoramiento al Ejército
y a guardias privadas de los terratenientes, por marines
norteamericanos y paramilitares colombianos; así como la
presencia de los paramilitares ligados al narcotráfico conocidos
como “los zetas” de México.
El presidente Porfirio Lobo
responde a los reclamos por la situación de indefensión de la
población, a manos de miembros
policiales que integran
bandas de secuestradores, extorsionadores y narcotraficantes,
presentando al Congreso el pasado 15 de noviembre la iniciativa
de convocar a las fuerzas armadas a la lucha contra el crimen.
Los 11.000 efectivos de las
Fuerzas Armadas podrán, según este proyecto, “participar en
forma permanente en la lucha contra el narcotráfico” y “cooperar
en el combate al terrorismo, tráfico de armas y el crimen
organizado, a petición de la Secretaría de Estado en el Despacho
de Seguridad”.
Mientras tanto, la Oficina de
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) divulgó en
octubre un informe sobre 207 países según el cual Honduras ocupa
el primer lugar con 82,1 homicidios por cada 100.000 habitantes,
seguida por El Salvador con 66.
Este informe parecería ser un
marco adecuado para la implementación de la cooperación
estadounidense a Honduras, la iniciativa de Seguridad Regional
para Centroamérica bajo la premisa de las "amenazas
trasnacionales a la seguridad regional", y la permanencia del
Comando Sur en territorio hondureño.
La "cooperación" estadounidense
abarca actividades de entrenamiento bilateral, intercambios
educacionales y de conocimiento, misiones de asistencia
humanitaria y ejercicios bilaterales y multinacionales de
capacitación.
La cooperación se extiende al
Centro de Adiestramiento para Operaciones de Mantenimiento de
Paz en Támara, al norte de Tegucigalpa, con la donación de
equipos que apoyan la logística, protección del personal y la
efectividad operacional de las fuerzas de seguridad y defensa en
Honduras.
Esta es la respuesta que ofrece
el actual gobierno hondureño a la grave situación social que
afecta a su pueblo. A cambio de la implementación de programas
que permitan asegurar la paz social, que aseguren el respeto a
los derechos humanos, sociales y culturales, ofrece presencia
militar extranjera, represión y miseria.
Buenos Aires, 23 de noviembre
de 2001
Mopassol, Mesa Directiva
Movimiento por la Paz, la
Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (Mopassol)
Paso 493, 3º B, CABA
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