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						La pronta beatificaci�n de Romero, un acto de justicia y 
						una raz�n m�s para el cierre total de la Escuela de las 
						Am�ricas
						
						
						
						Por Bonifacio Cantarero
						
						
						
Con 
						enorme alegr�a, despu�s de casi 35 a�os del horrendo y 
						cobarde asesinato de nuestro Pastor y Profeta Monse�or 
						Oscar Arnulfo Romero, se confirma, oficialmente por el 
						Vaticano, lo que el pueblo salvadore�o sencillo y 
						sufrido proclamar�a el mism�simo d�a en que lo mataron:
						M�RTIR. Ahora corresponde darle el lugar que se 
						merece y que su beatificaci�n y, en seguida, 
						canonizaci�n no sirva para convertirlo en un Santo 
						cualquiera de velitas y milagros, sino, en un referente 
						del buen pastor y del tipo de cristiano y cristiana en 
						tiempos dif�ciles donde ponerse al lado de los pobres y 
						denunciar la injusticia cometida por los oligarcas era 
						un delito que merec�a la muerte. 
						
						Ya son muchas las voces que afirman que la 
						declaraci�n de M�rtir �es un acto de justicia para un 
						hombre simplemente �Bueno�. Ahora bien, este acto de 
						justicia no debe ser un �borr�n y cuenta nueva�, al 
						contario, de manera inmediata hay que decir en voz alta 
						el nombre o los nombres de los responsables de este 
						hecho infame. Los responsables ya se sabe qui�nes son, 
						pero, la oligarqu�a, que dicho sea de paso ha estado en 
						el poder por varias d�cadas, trat� y tratar� de ocultar 
						a todo costo la verdad. Los que planearon su muerte son 
						los mismos que se adiestraron en la Escuela de las 
						Am�ricas para matar a curas, religiosos, religiosas, 
						laicos y laicas a quienes calificaban de comunistas y 
						revoltosos durante aquella gran cruzada de �Haga patria, 
						mate un cura�.� 
						
						No es posible que aun siga abierto este 
						recinto donde se instruyeron a los grandes asesinos del 
						pueblo, entre ellos Roberto D�Aubuisson, autor 
						intelectual de la muerte de muchos hermanos nuestros en 
						El salvador y por supuesto de Mons. Romero. Un acto de 
						justicia ser�a, tambi�n, que se cerraran los cuarteles 
						militares y que esas casas se convirtieran en Escuelas 
						donde en vez de armas se compren libros para instruir a 
						las nuevas generaciones para una cultura de paz y 
						bienestar para todos los pueblos. S� que parece una 
						utop�a, pero, Monse�or Romero, San Romero de Am�rica 
						har� el gran milagro de concedernos la gracia de ver con 
						nuestros ojos el cierre total de la Escuela de las 
						Am�ricas y otros lugares de tortura para 
						convertirlos en un monumento a la justicia y a la 
						dignidad.�� 
						
						
						
						
						
						
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