por
Arnaldo Pérez Guerra -
www.liberacion.cl
La
abogada Susana Pimiento visitó Chile para participar junto
al Premio Nobel de la Paz y fundador de Servicio Paz y
Justicia, Adolfo Pérez Esquivel, en la Asamblea Continental
de SERPAJ, y en el coloquio Derechos
Humanos y realidades en Latinoaméricarealizado en la
Universidad Católica de Valparaíso. Pimiento es miembro de Fellowship
of Reconciliation (FOR),
organización antimilitarista y de defensa de los derechos
humanos en Estados Unidos, fundada en 1915. FOR intenta
concienciar sobre el militarismo estadounidense y que los
gobiernos pongan fin a la construcción de bases militares.
Es, además, representante estadounidense en la Campaña
Continental Contra las Bases y apoya el programa de
acompañamiento de FOR Colombia -también es ciudadana
colombiana-, ayudando a supervisar y coordinar acciones en
respuesta a casos urgentes. Tiene un MA en Políticas
Públicas en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya y
posee vasta experiencia en justicia ambiental, control de
armamentos y derechos de los pueblos indígenas. Fue
fundadora de la Campaña Agente Verde, que paró proyectos
conducidos por Estados Unidos para usar a agentes químicos
en la erradicación de cosechas ilícitas en Sudamérica y
Asia. Actualmente reside en Austin, Texas.
Explica que la experiencia de la base militar
de Concón en nuestro país es emblemática respecto de la
estrategia militar de Estados Unidos en Latinoamérica: “Hay
una tendencia preocupante: cómo desde lo militar se están
copando aspectos de la vida civil. En la última década el
concepto de bases militares ha ‘evolucionado’. Estados
Unidos construye pocas bases con el modelo que se usó
después de la Segunda Guerra Mundial: instalaciones y un
contingente grande de soldados. Lo que hace hoy es que las
bases sean sitios que puedan ser usados por la potencia para
sus intereses de seguridad. Obviamente, incluyen operaciones
de guerra. Uno no puede ser ingenuo y pensar que si tienen
acceso a las bases de nuestros países no será para
operaciones de guerra. Se extienden y acaparan espacios
civiles como, por ejemplo, la atención a desastres
naturales. Desde la sociedad civil, y para el ejercicio de
la soberanía, es un reto reclamar que se mantengan esos
espacios en manos de civiles. No es posible aceptar que un
desastre natural, como un terremoto o un tsunami,
sea excusa para una ocupación. Concón está integrada en la
estrategia de ejercicios militares para, supuestamente,
operaciones de paz. Si miramos Latinoamérica, no es
solamente un asunto bilateral entre Estados Unidos y Chile,
es parte de la estrategia de este país en todo el
hemisferio. Vale la pena preguntarse por qué se están
haciendo estos ‘ejercicios’, qué sentido tienen.
Otro de los espacios que están siendo copados
es la inmigración. Hay una red de bases militares, algunas
en Panamá y en República Dominicana, cuya función es ‘el
control de inmigrantes’. ¿Realmente el tránsito de personas
es un asunto de guerra? La guardia nacional estadounidense
se mueve desde su frontera con México hasta Panamá para
controlar el tránsito de personas. Se venía haciendo
veladamente en Manta, durante los 10 años que operaron ahí.
Varios pescadores murieron porque ‘se sospechaba que eran
inmigrantes ilegales’. Una de las ‘razones’ -excusas- de la
militarización es la mal llamada ‘guerra contra las drogas’.
Mucha de la presencia de Estados Unidos en bases militares
con el sentido tradicional, como la de Palmerola, en
Honduras, se justifica con ‘la guerra contra las drogas’… Ya
llegó el momento de hacer la paz en esa guerra totalmente
fallida. No solo ni han reducido la demanda ni la
producción, han dejado una estela de muertos. En México, más
de 60.000 personas han muerto desde 2006. Parte de nuestra
responsabilidad es empujar a nuestros gobiernos a tratar el
asunto como un tema de salud y no una excusa para la
militarización”.
-¿Cuál es el ámbito en el que se desenvuelve
en Estados Unidos y Colombia?
“Trabajo
con el Movimiento por la Reconciliación (FOR), la
organización pacifista más antigua de Estados Unidos que se
formó con los objetores de conciencia. En 2015 cumpliremos
100 años trabajando por la paz. Tenemos un programa en
Latinoamérica hace unos 25 años. En ese trabajo ha jugado un
papel muy importante el tema de las bases militares.
Trabajamos con los grupos sociales en Panamá, por la
implementación del Tratado Carter-Torrijos, pues las bases
militares de Estados Unidos allí tenían residuos de armas
químicas. El Tratado incluía el compromiso de estados Unidos
de limpiar eso. También luchamos para cerrar la base militar
de Vieques, en Puerto Rico. Allí documentamos el impacto en
la salud de la población. Se encontró que los índices de
cáncer en Vieques eran muchísimos más altos que en el resto
del país.
Las actividades militares tienen impactos muy
reales en el medio ambiente y la salud pública. Estados
Unidos finalmente clausuró las actividades de tiro y
devolvió el terreno a las autoridades civiles en 2006-2007.
También trabajamos en Colombia, donde
apoyamos la no violencia activa y estamos en campaña para
que Estados Unidos deje de enviar ‘ayuda militar’. Es muy
claro que es esa ‘asistencia militar’ la que alimenta el
conflicto armado en Colombia. En 2009, nos enteramos que
Estados Unidos negociaba un Acuerdo de Cooperación con
Colombia que incluía el derecho a acceder oficialmente a 7
bases militares. Vimos la experiencia de resistencia de los
movimientos sociales. Fue muy positivo porque pudimos
reflejar lo importante que es la solidaridad internacional y
ver las experiencias de otros países que han resistido bases
militares extranjeras, por ejemplo, Ecuador.
A raíz del Plan Colombia, Estados Unidos
ocupó la base de Manta, en el Pacífico ecuatoriano por 10
años. El movimiento social hizo un trabajo muy juicioso y
logró ponerlo en la agenda política y que el entonces
candidato Rafael Correa incluyera en su programa el no
renovar el contrato que iba desde 1999 a 2009. En Colombia,
cuando se firma el Acuerdo mirábamos la experiencia
ecuatoriana y cómo la primera tarea es contrarrestar la
desinformación y propaganda. Cuando se hacen estos acuerdos,
como el que se acaba de hacer con Chile, se presentan
justificaciones que si uno realmente hurga y esculca se da
cuenta no son reales. En Colombia se presentó como una
estrategia y apoyo en la guerra contra las drogas y la lucha
contrainsurgente.
Buscamos documentación en Estados Unidos y
nos dimos cuenta que claramente la base militar área de
Palanquero -muy cerca de Bogotá-, era lo que realmente les
interesaba. De lo que se trataba era de operar los C-17,
portaaviones. Les era muy atractivo; operarían sin
reabastecer combustible alcanzando hasta Punta Arenas, en
Chile. Es decir, buscaban el acceso a todo el hemisferio. Es
ridículo pensar que operar estas aeronaves tiene que ver con
guerra contra las drogas o insurgencia, claramente se trata
del acceso global de Estados Unidos para proteger sus
intereses”.
-¿Cuántas bases tiene Estados Unidos en
Colombia?
“Como
lo es Palmerola, en Honduras, ninguna. Pero accede a
absolutamente todas las bases colombianas y tiene presencia
en muchas. El acuerdo, gracias al trabajo de la Coalición
colombiana No Bases, fue declarado por la Corte
Constitucional como un convenio internacional que requería
la aprobación del Congreso y después la revisión de la
Corte. Desafortunadamente, el acuerdo sigue en la práctica.
Sigue aplicándose pese a que no existe jurídicamente. Lo que
podía ser visto como un éxito nos quitó algo muy específico
contra qué organizar, y en la práctica siguen operando:
Estados Unidos tiene acceso a todas las bases y a unas
nuevas.
A finales de 2011, siguiendo el modelo en
Irak y Afganistán, acaba de crear 4 nuevas fuerzas
especiales, instalaciones que en la práctica son bases
militares. Dos de ellas en la frontera entre Colombia y
Venezuela. Y dos en el sur, en Tumaco -muy cerca de Ecuador-
y en Cauca. Estados Unidos envía a militares activos que
vienen de Afganistán o Irak, con alto rango, no son dos o
tres soldados.
En vista que Estados Unidos está en un
proceso de salir de esos países, quiere expandir ese
esfuerzo contrainsurgente y llevar su experiencia a otros
lugares de Latinoamérica y África. En octubre de 2011 se
montó una base militar en Uganda para luchar contra Lord's
Resistance Army. Eso es preocupante porque Estados Unidos no
solamente está operando en lugares donde hay conflictos
armados. La sociedad civil colombiana quiere una salida
negociada al conflicto y, en la medida que Estados Unidos
participe, y así lo diga solo en asesoría y armas y equipos,
y no de operaciones, se hace mucho más difícil una solución.
Colombia lleva casi cinco décadas en guerra y ni el ejército
ni la guerrilla la han ganado. Claramente no se solucionará
por la vía militar. La presencia de Estados Unidos no ayuda
a buscar esa solución.
El
lenguaje en los documentos militares oficiales como en
audiencias ante el Congreso norteamericano en que se
justificaba la ampliación de la base militar de Palanquero,
dice claramente que la importancia de esa base es, entre
otras, enfrentar las amenazas que representan gobiernos de
la zona: Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que Estados
Unidos ve como contrarios a su política económica y al
modelo que defiende y trata de imponer en todo el
hemisferio. No era cierta la propaganda de Colombia y
Estados Unidos de que las bases no tenían nada que ver con
las relaciones con los vecinos. Fue controversial la
inmunidad de militares y contratistas norteamericanos, que
los excluye de la jurisdicción de justicia local. Se dieron
casos de abusos y violaciones. Uno muy sonado, de una niña
cerca de la base de Tolemaida, al sur de Bogotá, que fue
violada por un soldado y un contratista norteamericanos.
Solo los devolvieron a su país. No se hizo justicia. Esa
‘inmunidad’ causó descontento en la población más allá de
izquierdas y derechas. Era un asunto de soberanía. Hay que
aprender de los casos exitosos, ver qué es lo que se viene y
cuáles son los impactos de las bases y presencia militar.
Tenemos que sacarle ventaja a la globalización”.
EN CHILE, CONCÓN
“Estados
Unidos tiene varias bases en Honduras, en Guantánamo, Aruba
y Curazao, y una serie muy grande de nuevas instalaciones.
Acaba de abrir dos o tres bases en Panamá. Se anunció la
construcción de otra en República Dominicana, en la Isla de
Sonoa, un parque natural. Está la que querían inaugurar en
Chaco, Argentina. Hoy se justifican en que son para la
atención de los desastres y otros ejercicios y
entrenamientos para el control de motines. Es necesario
cuestionarlo. Lo que está detrás es la criminalización de la
protesta social en todo el hemisferio y en el propio Estados
Unidos, donde la Corte Suprema declaró que era legal la
legislación que decía que era terrorismo tener cualquier
contacto o trabajo con un grupo que estuviera en la lista de
terrorismo, inclusive hacer un taller para la resolución de
conflictos con un grupo en Palestina es considerado apoyo al
terrorismo.
Parte
de nuestro trabajo es no perder de vista la Escuela de las
Américas (SOA), que cambió de nombre. En ForUsa.org tenemos
unos mapas de cómo se ha descentralizado el entrenamiento
militar. Hay instalaciones en Arizona, Texas, realmente por
todo Estados Unidos. El entrenamiento que hacían en la SOA
se está trasfiriendo a otros países. Colombia lleva a cabo
gran parte de ese entrenamiento para países de América,
África y Europa; también Panamá. Cuando se anuncia la base
de Concón, en Chile, se dice que entrenarán para operaciones
de mantenimiento de paz a una gran cantidad soldados de
países del hemisferio ¿Chile quiere ser un agente en la
militarización del continente? Siguen mandando soldados a la
SOA. Chile es el segundo 'cliente' después de Colombia.
Coincide con lo que acaba de decir en su informe SIPRI, la
organización de Suecia que hace el monitoreo del gasto
militar. Brasil está en primer lugar en Latinoamérica y,
después, Colombia y Chile.
El secretario de Defensa de Estados Unidos,
Leon Panetta, lo muestra como algo ‘muy positivo’. Dijo que
‘Chile ya no tiene que depender para su seguridad de Estados
Unidos’. La base militar de Palanquero -en la que se operan
C-17- fue usada por la potencia para ocupar Haití. Es
preocupante que parte de los entrenamientos en Concón sean
para ‘atender desastres’.
No podemos aceptar que un terremoto sea
considerado como una oportunidad para una ocupación militar.
En las justificaciones de Concón, se dijo, ‘operaciones de
paz pero también eventuales desastres’. Es totalmente
inaceptable. Además porque es contraproducente: hay estudios
que señalan que la atención a desastres por parte del
ejército cuesta 8 veces lo que costaría si fuera prestada
por civiles. Es totalmente ineficiente.
Varios países han hecho un esfuerzo por no
enviar más soldados a la SOA. De hecho, Honduras estaba en
avances en esto justo cuando le dieron el golpe militar al
presidente Zelaya. Durante el golpe, el presidente fue
sacado en pijama de su casa, secuestrado y llevado a la base
militar de Palmerola y de ahí lo despacharon… Es ridículo
pensar que las bases no tienen injerencia.
Es muy iluso pensar que la presencia militar
trae progreso, seguridad, no nos digamos mentiras; los
ejemplos están a la mano: invasiones a Panamá, Granada,
Haití. Las declaraciones de Panetta en Chile me parecieron
de un cinismo increíble. Sobre todo el asunto de
vanagloriarse del gasto militar chileno y lo que dijo usar a
Chile en un esfuerzo hemisférico de militarización. Es lo
que vienen haciendo en Colombia, Brasil, y refleja la
ejecución de la nueva estrategia de seguridad, que incluye
controlar los recursos naturales y a la población. Se dice
claramente: defender los intereses económicos de Estados
Unidos de los gobiernos que respaldan un modelo económico
diferente; también se habla del terrorismo y la insurgencia.
Se publicó en febrero la nueva estrategia de
seguridad. La Casa Blanca hizo una rueda de prensa y el
documento está disponible en internet. Habla del esfuerzo de
extender la contrainsurgencia. Hace algunas semanas apareció
un artículo en The
New York Times sobre
Honduras y el ‘esfuerzo contrainsurgente’ a propósito de la
‘guerra contra las drogas’. Es inaudito que en la mal
llamada guerra contra las drogas se esté aplicando la lucha
contrainsurgente... Hace un par de semanas agentes de la DEA
norteamericana dispararon desde un helicóptero donde también
iba un militar guatemalteco y agentes de seguridad de
Honduras; dispararon a un pequeño bote en la región de
Miskitos y murieron cuatro civiles, entre ellos dos mujeres
embarazadas... Uno de los asesores de este 'esfuerzo
contrainsurgente' estuvo en la guerra de Vietnam...”.
-Analistas dicen que Colombia y Venezuela
podrían convertirse en un nuevo Vietnam, o más precisamente
un nuevo Afganistán o Irak, de aquí a unos años, por los
planes de Estados Unidos de controlar el petróleo a nivel
global...
“No creo que suceda... Quiero creer que no
sucederá.
Lo que sí es claro es que en Colombia sucede
lo que se llama ‘guerras interminables’. Lleva 48 años. Es
posible que siga el conflicto de baja intensidad. Me
parecería terrible que llegara a tomar el alcance de Irak o
Afganistán. Estados Unidos ha multiplicado el uso de Drones,
aviones pilotados remotamente, de combate y de vigilancia.
En Colombia operan hace muchos años los de vigilancia.
Ahorita se está abriendo el debate de exportar Drones de
combate a Colombia. Se están usando en Afganistán, Irak,
Yemen, Pakistán y otros países. Es realmente aberrante.
Estados Unidos lo defiende porque se operan desde sus bases,
son los nuevos soldados, que no tienen que ir a combate ni
salir de su territorio; puede disparar un misil desde una
pantalla de computador. Han muerto muchísimos civiles,
realmente es un asesinato; inclusive se asesinó a ciudadanos
estadounidenses... Le da un nuevo alcance a la forma de
hacer la guerra, el que tiene esta tecnología no se expone y
se deshumaniza totalmente, no ve a quién está matando.
Desde que empezó el gobierno de Obama se
articuló nuevamente la IV Flota. Es una de las razones del
surgimiento de la Campaña Continental por una América Libre
de Bases Militares Extranjeras y América un Territorio de
Paz. La IV Flota junto con el apoyo del golpe en Honduras,
el acuerdo de bases con Colombia, el Acuerdo con Costa Rica
para llevar los buques y apersonar 7.000 marines, y también
la ocupación militar en Haití, es lo que nos llevó a
encontrarnos a movimientos sociales de todo el continente en
este esfuerzo.
También Guantánamo, base militar de Estados
Unidos en Cuba, que viola la soberanía y los derechos
humanos más elementales. Ahí se retiene indefinidamente a
personas sin juicio y se condona la tortura. Después del
ataque a las Torres gemelas en 2001, Estados Unidos adoptó
una política de interrogación que incluye la tortura, desde
entonces se aplica como ‘método legal’. Obama incumplió sus
promesas y Guantánamo realmente es vergonzoso... Tengo
esperanza que va a pasar a la historia de forma similar a lo
que fueron los Campos de concentración de japoneses en
Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Los
estadounidenses sienten vergüenza de ese capítulo.
Guantánamo pasará a la historia como uno más
de los horrores de Estados Unidos.
Uno no puede abandonar la idea de que los
pueblos pierdan la vergüenza. Creo que el pueblo chileno no
quiere que la historia se repita”.
(*) Historiador y Periodista. Una versión de esta entrevista
fue publicada por El Ciudadano
www.elciudadano.cl