Portada           Noticias     Art�culos    Documentos      Enlaces       Contacto         
SOAW LATINOAMERICANA
www.soawlatina.org
 
Honduras: el primer golpe de Estado militar de la administraci�n Obama
El SouthCom toma el poder en un Estado del ALBA
por Thierry Meyssan*

Voltairenet

Honduras suscit� la c�lera de Washington al rebelarse contra la presencia militar estadounidense e incorporarse al ALBA. Militares formados en la Escuela de las Am�ricas y dirigidos por consejeros estadounidenses derrocaron al presidente constitucional Manuel Zelaya y pusieron en el poder a quien hab�a sido su rival de siempre en el seno del partido liberal, Roberto Micheletti. Thierry Meyssan hace un recuento de los objetivos de este enfrentamiento y se�ala la voluntad de la administraci�n Obama de retomar el control de Am�rica Latina.

--------------------------------------------------------------------------------

Nadie pens� que la crisis surgida entre Honduras y Estados Unidos pudiera desembocar en un golpe de Estado militar. Parec�a que Washington hab�a renunciado a esa forma de acci�n, aunque la administraci�n Bush hab�a sobornado recientemente a un grupo de militares para que derrocaran al presidente constitucional de Venezuela (el 12 de abril de 2002) [1] y hab�a utilizado a sus propias fuerzas especiales para secuestrar al presidente constitucional de Hait� (el 29 de febrero de 2004) [2]. Pero los comunicadores de la Casa Blanca ven�an utilizando �ltimamente la amplia sonrisa del flamante Barack Obama para hacer creer a la opini�n p�blica internacional que Estados Unidos hab�a cambiado y que hab�a renunciado a su ambici�n imperial.

La importancia estrat�gica de los cinco Estados de la antigua Rep�blica Federal de Am�rica Central (Costa Rica, Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) reside en su situaci�n geogr�fica como corredor de tr�nsito entre dos continentes y dos oc�anos. Si bien ninguno de ellos dispone de recursos naturales especialmente importantes, lo interesante es que todos ellos pueden servir de base para controlar la zona. Durante la revoluci�n sandinista en Nicaragua, Washington utiliz� Honduras como base de retaguardia de las bandas contrarrevolucionarias. Bajo la direcci�n de John Negroponte, la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa se convirti� en cuartel general de los �contras� nicarag�enses y de sus escuadrones de la muerte. Vista desde ese �ngulo, la evoluci�n antiimperialista de Honduras, luego del regreso de los sandinistas al poder en Nicaragua, representaba no tanto un problema en s� como un verdadero peligro de �contaminaci�n�. �En qu� representaba la evoluci�n de la situaci�n hondure�a un peligro tan grande como para que Washington decidiera recurrir nuevamente a los viejos m�todos, corriendo as� el peligro de malograr todos sus esfuerzos propagand�sticos?

La presidencia de Maduro y las elecciones de 2005

Al igual que el resto de Centroam�rica, Honduras enfrenta la existencia de las maras (pandillas). La m�s conocida es la Mara Salvatrucha. Se trata de bandas de ni�os manipulables debido a su dependencia de la droga y organizados mediante ritos m�stico-criminales [3]. Sus miembros se entregan a todo tipo de violencias, alcanzando a veces un inusitado grado de barbarie que los ha llevado a protagonizar verdaderas masacres.

En 2001, el candidato nacionalista Ricardo Rodolfo Maduro Joest result� electo bajo la promesa de luchar contra el crimen. Su propio hijo, de 25 a�os, hab�a sido secuestrado, torturado y asesinado, y su funeral se hab�a convertido en una verdadera manifestaci�n de car�cter nacional. Al llegar a la presidencia, Ricardo Maduro orden� espectaculares operaciones de lucha contra las pandillas. Tambi�n reforz� el arsenal de la polic�a y sac� a los militares de los cuarteles para que ayudaran a los polic�as. Con el apoyo de la democracia cristiana, Maduro logr� la adopci�n de una ley que castigaba con un m�nimo de 5 a�os de prisi�n el solo hecho de ser miembro de una mara.

Aunque aquella ley sirvi� de inspiraci�n a pa�ses como Guatemala y Salvador, la Corte Constitucional hondure�a decidi� invalidarla porque compromet�a la responsabilidad individual por asociaci�n en casos de cr�menes que el acusado no hab�a cometido. La aplicaci�n de aquella ley hab�a dado lugar a un gigantesco aumento del n�mero de personas encarceladas, lo cual se provoc� a su vez sangrientos motines en las prisiones. En definitiva, como aquella ley no abordaba las causas sociales del fen�meno, ya masivo, su aplicaci�n no detuvo el aumento de la criminalidad.

En 2005, el candidato nacionalista a la sucesi�n de Maduro, �Pepe� Lobo, consideraba que s�lo una guerra pod�a acabar con las maras. As� que propuso reinstaurar la pena de muerte a trav�s de un refer�ndum que contemplar�a adem�s la posibilidad de pronunciar penas de muerte colectivas contra las pandillas, a pesar de que un estudio realizado en Salvador ya hab�a demostrado que el 51,9% de los criminales ten�an s�lo entre 11 y 15 a�os. As� que Honduras habr�a tenido que matar a muchos de sus propios hijos. Mientras tanto, el candidato liberal, Manuel Zelaya, propon�a un enfoque mucho m�s razonable, basado no s�lo en la represi�n sino en la realizaci�n de verdaderos esfuerzos a favor de la educaci�n y de la inserci�n de aquellos ni�os en la sociedad.

En el plano econ�mico, los resultados del presidente Maduro tambi�n resultaban bastante pol�micos.

Ex gobernador del Banco Central y brillante hombre de negocios (concesionario de Seros y director del fondo de inversiones La Paz), Maduro negoci� la reducci�n de la deuda hondure�a con el FMI y con el Club de Par�s. Pero, como contrapartida, tuvo que aumentar los impuestos y reducir el n�mero de funcionarios, pol�tica que penaliz� �nicamente a la clase media.

Tambi�n incluy� a su pa�s en el Acuerdo de Libre Comercio Estados Unidos/Centroam�rica, sin encontrar mucha oposici�n pol�tica contra aquel proyecto, a pesar de sus desastrosas consecuencias para los peque�os agricultores. Las excelentes relaciones del presidente Maduro con su hom�logo estadounidense George W. Bush condujeron incluso al env�o de 370 militares hondure�os a Irak, donde fueron destacados, junto a los espa�oles, en la zona administrada por el contingente polaco. Pero, como consecuencia de la decisi�n de Zapatero de retirar de Irak las tropas espa�olas, Maduro se vio pol�ticamente obligado a retirar tambi�n a los soldados hondure�os. Y finalmente, el mandato presidencial de Ricardo Maduro concluy� en un ambiente grotesco matizado por un escandaloso divorcio.

El liberal de izquierda Jos� Manuel Zelaya Rosales present� entonces una atrayente alternativa. En vez de proponer el cierre de servicios p�blicos como medio de garantizar una importante reducci�n presupuestaria, Zelaya propuso una reducci�n del tren de vida del Estado. Y para reforzar los ingresos del Estado, propuso facilitar el empleo en los sectores altos consumidores de fuerza de trabajo. En la lucha contra la criminalidad juvenil, Zelaya anunci� su intenci�n de equipar todas las escuelas con computadoras y de garantizar la instrucci�n p�blica gratuita a todos los niveles de la sociedad.

En 2005, en una elecci�n de una sola vuelta, los hondure�os eligieron como presidente a Jos� Manuel Zelaya, con un 49,9% de sufragios, y le garantizaron el 48,4% de los esca�os en el Congreso (unicameral). Su principal adversario, el nacionalista de derecha Porfirio Sosa, obtuvo el 46,2% de los sufragios y un 42,9% de los esca�os en el Congreso. Los resultados eran tan apretados que se requiri� su validaci�n, la cual se produjo al cabo de dos semanas de espera. Tres peque�as formaciones pol�ticas se encontraron entonces en posici�n de �rbitros en el seno del Congreso: la Uni�n Democr�tica, la Democracia Cristiana y el partido Innovaci�n y Unidad.

Elecci�n presidencial

(27 noviembre 2009) Elecciones legislativas
(27 noviembre 2009)
Jos� Manuel Zelaya Rosales
49,90 % de votos v�lidos  Partido Liberal
62 esca�os 
Porfirio Lobo Sosa
46,2 % de votos v�lidos  Partido Nacional
55 esca�os 
Juan �ngel Almendares Bonilla
1,5 % de votos v�lidos  Unificaci�n Democr�tica
5 esca�os 
Juan Ram�n Mart�nez
1,4 % de votos v�lidos  Democracia cristiana
4 esca�os 
Carlos Sosa Coello
1,0 % de votos v�lidos  Innovaci�n y Unidad)
2 esca�os 

La presidencia de Manuel Zelaya

Nada dejaba entrever que el ranchero Manuel Zelaya pudiera entrar en conflicto con Washington, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayor�a relativa de la que dispon�a no favorec�a la posibilidad de una ruptura pol�tica. En primer lugar, el presidente Zelaya prosigui� la pol�tica de descentralizaci�n que ya hab�a iniciado en su �poca de ministro. Su objetivo era acercar los centros de decisi�n a la ciudadan�a para fortalecer el poder popular y la transparencia. Esta reforma provoc� un distanciamiento entre la clase pol�tica corrupta de la capital y los nuevos notables locales. Y tambi�n sac� a la luz el control de los militares sobre una parte de la econom�a [4]

Pero lo m�s importante es que, en junio de 2006, Manuel Zelaya anunci� su intenci�n de destinar al tr�fico comercial la base a�rea de Soto Cano [5], en la que se encontraba un contingente estadounidense. Ante la reacci�n del Pent�gono, el ministro hondure�o de Defensa trat� de retroceder, argumentando el costo del equipamiento necesario. Pero el presidente Zelaya mantuvo su decisi�n. Oficialmente, Soto Cano no era m�s que una peque�a base a�rea cuyo personal se compon�a de 190 militares y 730 civiles. Pero su pista es la �nica de toda Centroam�rica capaz de recibir grandes aviones destinados al transporte de tropas. Fort Bravo es la �nica estaci�n del SouthCom fuera de Estados Unidos [6]. Y, sobre todo, Soto Cano es una base de escucha vinculada a dos unidades secretas: Cerro La Mole y Swan Island. Este dispositivo es indispensable para el funcionamiento de la inteligencia militar estadounidense en la regi�n. Curiosamente, Estados Unidos nunca ha firmado con Honduras ning�n acuerdo que precise el estatus de las instalaciones anteriormente mencionadas.

A pesar de la fuerte popularidad del presidente Zelaya, una sorpresiva campa�a de prensa lo acus� de no haber respetado sus promesas, de no haber logrado mejorar el nivel de vida ni contrarrestar el crimen. En realidad, Zelaya no pod�a proteger a su pa�s del alza mundial del petr�leo y se publicaban numerosos reportajes sensacionalistas que daban la impresi�n de que el pa�s enfrentaba una gran proliferaci�n de las maras. Manuel Zelaya respondi� obligando a los medios audiovisuales privados a transmitir varias horas de entrevistas con miembros de su gobierno.

Washington manifest� su irritaci�n mediante la reducci�n de sus programas de ayuda a la poblaci�n hondure�a, pero mantuvo sus programas de seguridad. Estados Unidos incluso proporcion� a Honduras importantes medios para la realizaci�n de sus planes de lucha contra el crimen organizado y contra el tr�fico de drogas y el terrorismo. Washington financi�, por ejemplo, el equipamiento de Puerto Cort�s con tecnolog�a de punta que permite escanear todos los contenedores enviados a Estados Unidos que pasan por ese puerto hondure�o.

Por otro lado, Washington dispone de poderosos medios de presi�n sobre Tegucigalpa. Honduras, pa�s de 7 millones de habitantes, tiene cerca de un mill�n de inmigrantes en Estados Unidos, sobre todo desde el paso devastador del cicl�n Mitch por territorio hondure�o, en 1998. 78 000 de esos inmigrantes hondure�os en Estados Unidos son residentes temporales, estatus que han renovado varias veces, y pueden ser expulsados mediante una simple decisi�n administrativa.

El presidente Zelaya prosigui� su lucha contra la corrupci�n, obligando a varios altos funcionarios a renunciar a sus puestos. Y algunos de �stos comenzaron entonces a conspirar. Se descubri� incluso que el ex director de la compa��a de telefon�a p�blica hab�a interceptado los tel�fonos del presidente Zelaya.

Al estallar en Estados Unidos la crisis de las subprimes y en momentos en que se produce el alza mundial de los precios de los alimentos b�sicos, el presidente Zelaya recurre, l�gicamente, a la Alternativa Bolivariana para las Am�ricas (ALBA), organizaci�n intergubernamental promovida por Venezuela, pa�s que garantiza la seguridad alimentaria y energ�tica de los Estados miembros y que coordina adem�s la realizaci�n de importantes programas de salud p�blica.

Esa decisi�n de Zelaya obtiene un fuerte apoyo popular, pero suscita inquietud entre las clases medias, ya afectadas por la pol�tica econ�mica de Maduro y por la crisis econ�mica mundial.

El 25 de agosto de 2008, Manuel Zelaya rinde homenaje al �Guerrillero heroico� Ernesto Che Guevara y, ante una multitud de 100 000 personas, firma en Tegucigalpa la entrada de su pa�s al ALBA, en presencia de los presidentes Evo Morales, de Bolivia; Daniel Ortega, de Nicaragua; Hugo Ch�vez, de Venezuela, y del vicepresidente cubano Carlos Lage. El presidente de la Rep�blica Dominicana, Leonel Fern�ndez, tambi�n est� representado en el acto.
Honduras se convierte as� en una de las naciones rebeldes.

El golpe de Estado militar

Representantes del gobierno de Estados Unidos admitieron en el New York Times haber entrado en contacto con los golpistas d�as antes de la asonada. Pero afirman que lo hicieron para convencerlos [7] de que emprendieran esa acci�n. Seg�n esos testimonios, aquellos contactos finalizaron el domingo (o sea, en momentos en que el golpe ya hab�a comenzado).

Pero hay que tener en cuenta que el peque�o ej�rcito hondure�o ha sido enteramente armado, entrenado e instruido por Estados Unidos. Se supone que obedezca a su comandante en jefe, el presidente de la Rep�blica, y al jefe de su Estado Mayor. Pero, en la pr�ctica, se encuentra bajo el control del SouthCom, desde Soto Cano y Miami [8].

Precisamente el jueves pasado, el Pent�gono instal� apresuradamente al nuevo comandante del SouthCom, el general Douglas M. Fraser, para darle seguimiento al golpe.

En todo caso, la operaci�n ya hab�a sido concebida desde hace tiempo. Al igual que el ataque contra los edificios oficiales en Moldavia, al igual que la limpieza del valle de Swat, que el exterminio de los Tigres tamules o la �revoluci�n verde� en Ir�n, el golpe de Estado en Honduras fue planificado por la administraci�n Bush y posteriormente confirmado y ejecutado por la administraci�n Obama, a pesar de los visos de legalidad que �sta �ltima parec�a ofrecer.

La tensi�n se recrudeci� cuando el presidente Zelaya convoc� a una consulta popular, que deb�a tener lugar el domingo 28 de junio, para determinar si los electores eran favorables a la elecci�n de una Asamblea Constituyente. Se desat� entonces una campa�a internacional de prensa que presentaba aquella iniciativa como una maniobra exclusivamente tendiente a abrir a Manuel Zelaya la posibilidad de obtener un segundo mandato. Lo cual es totalmente falso ya que la elecci�n de la Asamblea Constituyente s�lo hubiese tenido lugar el mismo d�a que la pr�xima elecci�n presidencial y, por consiguiente, la hipot�tica modificaci�n de la Constituci�n no hubiese podido producirse sino mucho despu�s del fin del mandato de Zelaya. Por lo tanto, el presidente Zelaya nunca hubiese podido ser candidato a su propia sucesi�n. Pero, claro est�, despu�s de haber acusado a Hugo Ch�vez de querer ser �presidente vitalicio�, hab�a que acusar a su aliado Manuel Zelaya de querer convertirse en dictador �l tambi�n.

El 9 de junio, el Congreso hondure�o adopt� una ley constitucional que prohib�a la realizaci�n de un refer�ndum a menos de 180 d�as de la elecci�n presidencial. El Tribunal Supremo declar� la consulta popular ilegal (pero no anticonstitucional), aunque la ley de modificaci�n fue declarada en s� misma anticonstitucional. En base a esa decisi�n, el jefe del Estado Mayor, el general Romeo V�squez, bloque� la organizaci�n de la consulta. El presidente se present� entonces personalmente en una base militar para �rescatar� las boletas que deb�an ser utilizadas en la consulta popular y revoc� al jefe del Estado Mayor por insubordinaci�n. Al igual que los dem�s golpistas latinoamericanos, el general Romeo V�squez fue formado por Estados Unidos en la tristemente c�lebre Escuela de las Am�ricas.

La base de Soto Cano se encuentra actualmente bajo las �rdenes del coronel Richard A. Juergens. Fue al parecer fue este mismo militar estadounidense quien dirigi� el secuestro del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide cuando ocupaba el cargo de director de Operaciones Especiales del Special Operations Command.

El domingo 28 de junio de 2009, siendo alrededor de las 5h30 de la ma�ana (hora de Honduras), fueron cortadas la electricidad y las l�neas telef�nicas fijas y hertzianas. Comandos de militares encapuchados [9] asaltaron la residencia del presidente Zelaya y se lo llevaron, lo metieron en un avi�n y lo enviaron a Costa Rica en ropa de dormir. Fueron arrestados por lo menos 8 ministros, entre ellos la ministra de Relaciones Exteriores, as� como otras personalidades, como el alcalde de San Pedro Sula (la segunda ciudad de Honduras). Cuando se restableci� el servicio el�ctrico, los medios audiovisuales anunciaron que se hab�a decretado un toque de queda y la anulaci�n de los oficios religiosos dominicales y de la consulta popular.

Despu�s del mediod�a, los diputados, que fueron previamente autorizados a salir a la calle, realizaron una reuni�n extraordinaria en la sede del Congreso. El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, dio lectura a una carta, con fecha del 26 de junio, en la que el presidente Manuel Zelaya supuestamente renunciaba a su cargo. Nadie expres� sorpresa por la aparici�n de esta carta con fecha del 26 de junio. Despu�s de dejar constancia de la supuesta vacancia a la cabeza del Estado, el Congreso design� a su propio presidente para ocupar la presidencia de la Rep�blica. Por su parte, el Tribunal Constitucional afirm�, en un comunicado enteramente orwelliano, que el ej�rcito hab�a defendido la Constituci�n impidiendo que el presidente Zelaya diera un golpe referendario. El Tribunal sostuvo que al bloquear la consulta popular ordenada por el presidente de la Rep�blica, el jefe del Estado Mayor hab�a actuado legalmente, si lo hab�a hecho por orden de un juez. Para que nadie ignorara el verdadero objetivo de la operaci�n, los militares arrestaron a los embajadores o encargados de negocios de los Estados miembros del ALBA.

El desarrollo mismo del golpe de Estado en Honduras recuerda aquel que tuvo lugar en Hait�, en 2004, contra el presidente Jean-Bertrand Aristide: secuestro en plena madrugada por soldados encapuchados y �aparici�n� de una carta de renuncia.

La manera como las agencias de prensa atlantistas han descrito el diferendo electoral, de forma tendenciosa para dar al golpe de Estado una apariencia de legalidad, demuestra la premeditaci�n de esta operaci�n por parte de Washington. La manipulaci�n de las causas del golpe, ocultando el asunto de la base de Soto Cano y los v�nculos entre militares hondure�os y estadounidenses, es muestra adem�s de una evidente voluntad de ocultar el papel de la administraci�n Obama.

Notas:

[1] �Op�ration manqu�e au Venezuela�, por Thierry Meyssan, R�seau Voltaire, 18 de mayo de 2002.

[2] �La CIA d�stabilise Ha�ti�, �Coup d��tat en Ha�ti� y �Paris rel�che le pr�sident ha�tien�, por Thierry Meyssan, R�seau Voltaire, 14 de enero, 1� y 16 de marzo de 2004.

[3] �L�extension de la Mara Salvatrucha�, por Gaston Pardo, R�seau Voltaire, 2 de marzo de 2005.

[4] La democracia se instal� r�pidamente en Honduras mientras que revoluciones y contrarrevoluciones se desarrollaban en la regi�n. Estados Unidos garantiz� que parte de la econom�a hondure�a quedara bajo su control indirecto, a trav�s de los militares.

[5] La base Soto Cano es la antigua base de Palmerola. Est� situada al nordeste de Tegucigalpa, a 747 millas de la capital.

[6] El SouthCom es el comando estrat�gico de las fuerzas armadas estadounidenses encargado de garantizar el control de Latinoam�rica.

[7] �Honduran President Is Ousted in Coup�, por Elisabeth Malkin, The New York Times, 29 de junio de 2009.

[8] El SouthCom tiene su sede en Miami, pero dispone adem�s de una estaci�n en Soto Cano y de puestos avanzados en Comalapa (Salvador), Manta (Ecuador) as� como en las islas de Aruba y Curazao (Antillas Holandesas).

[9] El uso de pasamonta�as o capuchas en este tipo de operaci�n es in�til y contraproducente, a no ser que se trate de enmascarar la participaci�n de consejeros militares extranjeros.

Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en Par�s, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate.