9 DE ENERO Y 20 DE DICIEMBRE:
DOS FECHAS, UN SOLO SIGNIFICADO
Por
Julio Yao
9 de enero de 1964
Entre
el 9 y el 11 de enero de 1964, la Policía y las fuerzas
armadas de Estados Unidos, acantonadas en bases ilegales
dentro de la Zona del Canal, agredieron al pueblo panameño
en un ataque no provocado, injustificado e innecesario,
ocasionando la muerte de 21 panameños y más de 500 heridos.
Panamá no contaba con ejército y la Policía Nacional estaba
acuartelada, por lo que el pueblo quedó indefenso, expuesto
a la artillería de Estados Unidos.
El
origen de esta matanza estuvo en el rechazo violento, por
parte de estudiantes y residentes estadounidenses en dicha
Zona -- apoyados por la Policía de Estados Unidos allí -- de
un grupo de estudiantes del Instituto Nacional que había
pedido permiso para izar la bandera y cantar el himno
nacional de Panamá en la escuela secundaria de Balboa, Zona
del Canal, en cumplimiento de un acuerdo de 1962 entre
Panamá y Estados Unidos.[1]
Los estudiantes y residentes zoneítas no permitieron la
actividad, en abierto desacato al gobernador de la Zona,
quien había ordenado izar la bandera panameña en lugares
públicos, al lado de la de Estados Unidos. De la repulsa
violenta de los estudiantes se pasó a la matanza
indiscriminada de nuestro pueblo por parte del ejército de
la superpotencia, que fue llamada para auxiliar a la Policía
zoneíta.
El
gobierno panameño rompió relaciones diplomáticas con Estados
Unidos y denunció la agresión ante la Organización de
Estados Americanos y la Organización de Naciones Unidas.
Dichas relaciones fueron restauradas a raíz de la
Declaración Conjunta Moreno-Bunker[2],
de 3 de abril de 1964, bajo los auspicios de la O.E.A.,
mediante la cual ambos países se comprometieron a iniciar
negociaciones para lograr un tratado enteramente nuevo que
resolviera las causas de conflicto entre Panamá y Estados
Unidos. Pero no hubo indemnización a Panamá por pérdidas
humanas o perjuicios materiales.
Desde entonces, el 9 de enero, consagrado Día de Duelo
Nacional, es una fecha reconocida de nuestra nacionalidad
porque la Nación entera rechazó la agresión. Desde el punto
de vista de la cantidad de víctimas, la del 9 de enero fue
la peor en una cadena de agresiones desde 1856.[3]
¿Por qué hizo Estados Unidos un injustificado uso de la
fuerza militar y, en todo caso, fuera de toda proporción
contra una población inerme?[4]
Los
“zonians” (como se les conocía) pensaban y sentían que la
Zona del Canal era territorio suyo, su Patria, porque muchos
habían nacido, crecido, trabajado o vivido durante muchos
años dentro de esa faja de tierra panameña, con poca
vinculación real a Estados Unidos. El apoyo del gobierno y
las fuerzas armadas estadounidenses a este sentimiento
colonial tenía origen en un fuerte sentimiento de
propiedad sobre el Istmo de Panamá que echó raíces desde
1846[5] y
a lo largo del siglo XX al amparo del Tratado Hay-Bunau
Varilla de 18 de noviembre de 1903 que le concedía a Estados
Unidos el ejercicio de derechos a perpetuidad “como si ellos
fueran soberanos” en la Zona del Canal.
El
rechazo masivo de la agresión por parte de Panamá estuvo
afincado en una clara conciencia de la justicia de nuestra
causa -- que exigía el cumplimiento de los acuerdos de 1962
-- y en la convicción de que, a pesar del Tratado de 1903,
Estados Unidos no tenía derecho a ejercer una absoluta
soberanía – tal como la practicaba -- sobre la Zona del
Canal.
20 de diciembre de 1989
Poco
antes de la medianoche del 20 de diciembre de 1989 -- o
sea, 25 años después del 9 de enero y 12 años después de la
firma de los Tratados Torrijos-Carter[6] --
bajo la presidencia republicana de George Herbert Walker
Bush y en el despliegue militar más grande desde la guerra
de Vietnam, Estados Unidos invadió a Panamá mediante
ataques a distintos puntos del territorio nacional,
particularmente instalaciones de las Fuerzas de Defensa de
Panamá, y tomó control de sitios estratégicos del país como
aeropuertos, puertos, represas hidroeléctricas, entidades
distribuidoras electricidad y agua potable, instituciones
estatales, carreteras, medios de transporte y de
comunicación.
A la
sazón, Estados Unidos había reconocido a Arturo Delvalle
como presidente de Panamá en el exilio y roto de facto
relaciones diplomáticas con Panamá, dejando los Tratados
Torrijos-Carter en el limbo.[7]
En
la invasión, llamada “Operación Causa Justa”, participaron
más de 40 mil soldados de Estados Unidos, que incluían las
que llegaron expresamente para ese fin (28 mil
aproximadamente), una cantidad indeterminada de tropas
normalmente acantonadas en la Zona del Canal
(aproximadamente 14 o 16 mil), otros miles de soldados
adicionales que habían llegado en una escalada militar
ilegal desde 1987, y otros tantos que subrepticiamente
ingresaron y ocuparon residencias y hoteles fuera de dicha
Zona en funciones de espionaje bastante antes del 20 de
diciembre de 1989 a fin de planificar dicha invasión.
En
la invasión intervinieron 300 aeronaves militares,
incluyendo el AC130 Specter, aviones de observación y
ataque OA-37B, Stealth F-117ª, helicópteros Apaches AH-64.
Tanto los aviones Stealth F-117ª, invisibles al radar, como
los Apaches fueron probados por primera vez en combate en
Panamá.
Esta
maquinaria infernal se lanzó sobre 3,000 unidades de combate
de las FDP, que no contaba con un solo avión de guerra y que
había sido saboteada internamente desde mucho antes del 20
de diciembre para privarla de armamentos claves para ofrecer
siquiera alguna resistencia. La abrumadora mayoría de la
oficialidad de las FDP no presentó combate, recayendo esta
responsabilidad sobre algunas tropas y policías, sin
organización ni coordinación, así como sobre los Batallones
de la Dignidad, pero las acciones fueron suspendidas ante la
superioridad manifiesta de los atacantes.
Mucho antes de la invasión, las FDP estaban divididas,
debilitadas y desmoralizadas tras años de
desestabilización, bloqueo e intervención profunda por
parte de Estados Unidos, que apoyó e instrumentó a la
Cruzada Civilista[8] para
sus fines estratégicos de dominación. La remoción de
armamentos en sitios claves, lograda por la inteligencia
militar de Estados Unidos a lo interno de las FDP, agravó la
desesperada situación de los combatientes.
El
país se encontraba abatido tras las sanciones económicas
ordenadas por el presidente Ronald Reagan desde 1987,
especialmente el bloqueo completo decretado en marzo de
1988, en tanto que la oposición al general Manuel A.
Noriega, atizada para sus fines por Estados Unidos, iba in
crescendo y mantenía a las FDP en jaque, obligándola a
ejercer mayor represión cada vez.
Las
cifras de víctimas a raíz de la invasión son desconocidas
porque ninguno de los gobiernos panameños ha hecho una
investigación objetiva. Diferentes entidades del gobierno
de Estados Unidos ofrecen cifras dispares, pero la ubican en
trescientas o cuatrocientas bajas por parte de Panamá, en
tanto que algunas entidades independientes sitúan la cifra
de bajas panameñas entre 500 y 7 mil.[9]
A ello se le suman varias decenas de miles de desplazados,
especialmente tras la destrucción del barrio popular de El
Chorrillo.
Ninguna de las razones dadas por el presidente de Estados
Unidos para invadir a Panamá – una acción unilateral que ni
siquiera fue anunciada a la ONU o a la OEA – es válida ante
el Derecho Internacional, y algunas de ellas eran falsas,
nunca ocurrieron o fueron fruto de las provocaciones hechas
directamente por sus soldados o por unidades especiales en
operaciones encubiertas.[10]
Ahora bien, según testimonios, incluyendo de médicos
panameños, muchas víctimas exhibían heridas de armas y
municiones no identificadas, y no es un secreto que durante
la invasión se pusieron a pruebas nuevos cascos con visión
infrarroja, chalecos antibalas y tecnologías hasta entonces
desconocidas. Algunos (como la documentalista galardonada,
Barbara Trent), denunciaron el uso de rayos láser para
aniquilar a los enemigos. Todo ello indica que Panamá fue
campo para experimentar nuevas armas, tecnologías y
recursos.
La
invasión fue una brutal violación del Derecho Internacional
y de muchos tratados suscritos entre Panamá y Estados
Unidos, particularmente los Tratados Torrijos-Carter. La
fuerza invasora impidió que medios extranjeros
independientes reportaran las acciones sobre el terreno,
mientras sometía a férreo control y censura a los medios
nacionales. Los medios de comunicación de Estados Unidos
manipularon, distorsionaron y desinformaron todo acerca de
la invasión, sus móviles, los combates, las bajas,
desaparecidos, detenidos en campos de concentración, etc.[11]
El
régimen instaurado en una base militar de Estados Unidos
poco antes del inicio de la invasión tuvo entre sus más
altos funcionarios a personas involucradas en narcotráfico y
lavado de dinero.[12]
Ningún gobierno panameño, desde Guillermo Endara hasta
Martín Torrijos en la actualidad, ha ordenado alguna
investigación sobre la invasión: no se conocen, por lo
tanto, el número de víctimas, heridos, desaparecidos y
personas traumatizadas, ni los daños materiales y de todo
orden ocasionados por el gobierno de Estados Unidos.[13]
Con
motivo de la invasión, Estados Unidos liquidó el gobierno
existente, desmanteló a las FDP, reorganizó el Estado
panameño y le impuso a nuestro país una serie de tratados
que obligaban a privatizar las empresas estatales, reformar
el sistema bancario, el centro financiero internacional y el
órgano judicial. La ocupación norteamericana duró hasta
1993.
Dos fechas, un solo significado
Desmitificando los mitos y falacias propalados por sucesivos
gobiernos de Estados Unidos, la invasión tuvo los siguientes
móviles: impedir que Japón controlara un nuevo Canal en
Panamá; destruir los Tratados Torrijos-Carter y prorrogar la
presencia militar de Estados Unidos más allá del 31 de
diciembre de 1999; impedir que la Unión Soviética o Cuba se
apoderara del Canal; destruir a las FDP y remover al general
Noriega; devolver el poder a la oligarquía panameña;
fortalecer la imagen y popularidad del presidente Bush;
enviar mensaje de advertencia a Nicaragua para desalentar un
triunfo de los sandinistas en las elecciones de enero de
1990; evitar que un panameño designado por el general
Noriega (Tomás Gabriel Altamirano Duque) se convirtiera en
el primer administrador de la vía interoceánica el 1 de
enero de 1990; inaugurar un “Nuevo Orden Internacional”
hegemonizado por Estados Unidos en la Posguerra Fría, y
ensayar armas, aeronaves y tecnologías nuevas.[14]
Los
gobiernos de Ronald Reagan y George Herbert Walker Bush
tuvieron éxito al lograr la división entre los panameños y
que una parte de la sociedad apoyara, la mayoría sin
saberlo, la agenda oculta de la desestabilización y la
invasión. Este hecho explica que no exista un rechazo
unánime a la invasión como sí ocurrió, por ejemplo, con el 9
de enero, y que el 9 de enero sea Día de Duelo Nacional en
tanto que el 20 de diciembre es un día como cualquier otro
del calendario, a pesar de que, por cada víctima del 9 de
enero, en la invasión murieron, por lo menos, 143 panameños.[15]
Si
Estados Unidos nos agredió el 9 de enero para afirmar su
conciencia de propietario del Istmo de Panamá, fue esa misma
convicción de ser los dueños de nuestro país la que hizo que
dicha superpotencia nos invadiera el 20 de diciembre. Su
mensaje del 20 de diciembre: ni el Tratado del Canal ni el
Tratado de Neutralidad, entonces en vigor, constituye una
interrupción del control perpetuo que Estados Unidos ha
ejercido desde 1903 sobre Panamá. El Tratado de Neutralidad
es la expresión más clara de ese sentimiento de propiedad de
Estados Unidos sobre Panamá.
Con
la invasión, Estados Unidos nos advirtió que no tolerará
que ningún otro país o grupo de países controlen el Canal,
lo cual quiere decir que Panamá no cuenta con independencia
para decidir su futuro. En efecto, tras la invasión los
japoneses suspendieron todo interés en el Canal a Nivel o en
un nuevo juego de esclusas y disminuyeron su presencia en
Panamá. Tras la invasión, Estados Unidos intentó la
aprobación de un Centro Multinacional Antidrogas para
restaurar su presencia militar después del 31 de diciembre
de 1999, sin lograrlo.[16]
En el gobierno de Mireya Moscoso (1999-2004), Estados Unidos
logró que Panamá permitiera la libre entrada, circulación y
salida para sus tropas, naves y aeronaves, el uso de la
fuerza sin límites, fuera del alcance de la soberanía
panameña,[17] así
como la intervención colectiva en Panamá por parte de un
número no determinado de países que supuestamente ensayan
cada año maniobras navales para proteger las costas de
Panamá y el Canal.[18]
Tras la invasión, los gobiernos de Panamá se han alineado a
la política exterior de Estados Unidos sin excepción.
Con
motivo del proyecto de ampliación del Canal, el gobierno de
George W. Bush presiona a Panamá para impedir la
participación de la República Popular China en las obras
nuevas y el control del Canal por parte de otros países.
En
conclusión, Estados Unidos agredió a Panamá el 9 de enero de
1964 y la invadió el 20 de diciembre de 1989 por una razón
de fondo: para afirmar sus pretensiones de propietario de
nuestro país y del Canal. En consecuencia, al igual que el
9 de enero, el 20 de diciembre debe ser considerado como
fecha sagrada en el calendario de la Nacionalidad y
declarado “Día de la Invasión” con carácter de Duelo
Nacional.
[1] Bajo la presidencia de Roberto F. Chiari, en Panamá,
y John F. Kennedy, de Estados Unidos.
[2] Suscrita por Miguel de J. Moreno por Panamá y
Ellsworth Bunker por Estados Unidos.
[3] Con motivo de conflictos entre norteamericanos y
panameños en abril de 1856, provocados por los primeros,
Estados Unidos le exigió una fuerte indemnización y
concesiones políticas inaceptables al gobierno de la Nueva
Granada (Colombia).
[4] Se reitera que, carente de ejército y con la Policía
Nacional acuartelada, la población sin armas fue diezmada
por el ejército más poderoso del mundo.
[5] A fines de 1846 se suscribió el Tratado
Mallarino-Bidlack entre Estados Unidos y la Nueva Granada
según el cual la primera adquiría derechos especiales de
tránsito y el compromiso de mantener la neutralidad de la
zona estratégica entre Panamá y Colón, así como de respetar
los derechos de propiedad y soberanía de la Nueva Granada en
dicho territorio. Este tratado fue violado por Estados
Unidos a raíz de la separación de Panamá de Colombia el 3 de
noviembre de 1903.
[6] Los Tratados Torrijos-Carter, que traspasaron el
Canal y la Zona adyacente a Panamá, fueron suscritos el 7 de
septiembre de 1977.
[7] La Junta Combinada de Defensa, de carácter
paritario, cesó en sus actividades y contactos cuando la
representación de Estados Unidos se negó a comunicarse con
la de Panamá, creando un vacío en la coordinación de los
asuntos relativos a la coordinación en materia de protección
y defensa del Canal.
[8] Creada en julio de 1987 para oponerse a las FDP y la
jefatura de Manuel A. Noriega, recibió todo tipo de apoyo
del gobierno de Estados Unidos y tenía oficinas en
Washington, D.C.
[9] La Comisión Independiente para la Invasión, dirigida
por Ramsey Clark, estima la cantidad entre 4 y 7 mil
víctimas.
[10] Las razones fueron: proteger vidas de ciudadanos
estadounidenses, proteger los tratados del Canal, capturar
al general Manuel A. Noriega, eliminar el narcotráfico y el
lavadote dinero y restaurar la democracia en Panamá.
Estados Unidos ordenó numerosas operaciones encubiertas
antes, durante y después de la invasión.
[11] Mark Cook y Jeff Cohen, “How televisión sold the
Panama Invasión”, en http://www.shss.montclair.edu/english/furr/panamainv.html.
[12] Ibid.
[13] El presidente Ernesto Pérez Balladares declaró en
1994 que la invasión era cosa del pasado, que no debía
desenterrarse.
[14] Julio Yao, “Para Entender la Invasión a Panamá”, El
Panamá-América, 17, 18 y 19 de noviembre de 2000.
[15] Tomamos la cifra media de 3 mil muertos durante la
invasión. El presidente Pérez Balladares expresó que el 20
de diciembre debía ser “Día de la Reflexión”, pero no de
Duelo Nacional.
[16] Bajo el gobierno de Pérez Balladares se negoció el
CMA. Su negociador fue Jorge E. Ritter, ministro de
Relaciones Exteriores, excanciller en el “régimen
Noriega-Solís Palma”.
[17] Julio Yao, “El Tratado Salas-Becker”, Conferencia
Magistral dictada en el Paraninfo de la Universidad de
Panamá, El Panamá-América, 19 y 20 de abril de 2002. En
http://mev.tripod.cl/formacionantimperialista/id3.html.
[18] Julio Yao, “PANAMAX 2005: ¡Despierta Panameño!, El
Panamá-América, agosto de 2005. Ver: www.rodelu.net –
Julio Yao. Las maniobras multinacionales violan el Tratado
de Neutralidad y la Constitución Política de Panamá.
PUBLICADO EN TRAGALUZ PANAMÁ, AÑO PRIMERO NÚMERO 1.