SOA Watch
Oficina Latinoamericana
 
Amnist�a Internacional: ESPECIALISTAS EN TORTURA

Los torturadores no nacen: alguien los educa, los entrena y los apoya. En muchos pa�ses dependen de la voluntad de gobiernos extranjeros dispuestos a proporcionarles no s�lo material, sino tambi�n personal, instrucci�n y conocimientos y experiencia". Poner fin a la tortura implica no s�lo poner fin al comercio del material destinado a ese fin, sino tambi�n acabar con el comercio que contribuye a crear "torturadores profesionales".

Estados Unidos, China, Francia, Rusia y el Reino Unido son algunos de los principales proveedores mundiales de instrucci�n destinada a las fuerzas militares, de seguridad y policiales de pa�ses extranjeros. Parte de esta instrucci�n podr�a beneficiar a las comunidades receptoras si les proporcionara unas fuerzas militares, de seguridad y policiales mejor preparadas, respetuosas del Estado de derecho y promotoras y protectoras de los derechos de la poblaci�n civil. Sin embargo, a menos que esta instrucci�n est� estrictamente controlada y supervisada de forma independiente, existe el peligro de que se emplee para facilitar las violaciones de derechos humanos. Por desgracia, gran parte de esta formaci�n se imparte en secreto, por lo que los ciudadanos y los legisladores de los pa�ses implicados rara vez saben qui�n la recibe, qu� conocimientos se transmiten y qui�n los imparte. Tanto los Estados donantes como los receptores suelen hacer todo lo posible para ocultar la transferencia de conocimientos que se emplean para facilitar violaciones graves de derechos humanos. Sin embargo, a veces se hace un poco de luz en este mundo de sombras�

LA ESCUELA DE LAS AM�RICAS

Durante los 30 a�os de conflicto civil en Guatemala, decenas de miles de personas fueron v�ctimas de torturas, homicidios y "desaparici�n" a manos de las fuerzas de seguridad gubernamentales o de grupos paramilitares. Aunque sus torturadores nunca fueron identificados, la historia de la religiosa Dianna Ortiz ilustra los muchos informes recibidos sobre el papel que desempe�� Estados Unidos en facilitar la tortura. La hermana Ortiz, ciudadana estadounidense, trabajaba en San Miguel Acat�n, una zona rural pobre de Guatemala, ense�ando a leer a ni�os mayas. Hab�a recibido numerosas amenazas de muerte debido a su trabajo y fue secuestrada en noviembre de 1989.

Fui secuestrada en el patio trasero de la Posada de Bel�n, un centro de retiro de Antigua, por miembros de las fuerzas de seguridad guatemaltecas. Me llevaron a una prisi�n clandestina donde me torturaron y me violaron varias veces. Me quemaron con cigarrillos la espalda y el pecho m�s de 111 veces. Me bajaron a una fosa llena de cuerpos humanos: cuerpos de ni�os, mujeres y hombres, algunos decapitados, algunos boca arriba y cubiertos de sangre, algunos muertos, algunos vivos, y todo plagado de ratas.

Despu�s de horas de tortura, me devolvieron a la habitaci�n donde me interrogaron al principio. All� conoc� a Alejandro, un hombre alto de tez clara. Cuando mis torturadores empezaron a violarme de nuevo, le dijeron: "Alejandro, ven y divi�rtete ". Lo llamaban "jefe". Alejandro maldijo en un ingl�s americano inconfundible y les orden� que se detuvieran porque yo era una monja norteamericana y mi desaparici�n se hab�a hecho p�blica [...].

Alejandro dijo que estaba preocupado por el pueblo de Guatemala y que por eso trabajaba para liberarlo del comunismo. Continu� dici�ndome en mal espa�ol que lamentaba lo que me hab�a ocurrido [...]. Le pregunt� qu� les iba a pasar a las dem�s personas a las que hab�a visto torturadas. Entonces empez� a hablar en un ingl�s americano inconfundible. Me dijo que no me preocupase por ellos [...].

Nunca se ha podido confirmar plenamente la identidad de Alejandro. Sin embargo, los datos obtenidos en los a�os noventa corroboraron que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) hab�a prestado ayuda a las fuerzas militares guatemaltecas reforzando su aparato nacional de informaci�n e instruyendo al cuerpo de oficiales en t�cnicas brutales de contrainsurgencia, ya en los a�os sesenta. La Comisi�n para el Esclarecimiento Hist�rico creada posteriormente en Guatemala para investigar los abusos cometidos contra los derechos humanos durante el conflicto civil, concluy�: La pol�tica anticomunista promovida por los Estados Unidos en el marco de sus relaciones exteriores recibi� un decidido apoyo de los partidos pol�ticos de derecha y los diversos sectores de poder guatemaltecos, mientras aquel pa�s se mostr� dispuesto a brindar su respaldo a reg�menes militares fuertes en su traspatio estrat�gico. En el caso guatemalteco se concret� en el plano militar mediante asistencia destinada a reforzar los aparatos de Inteligencia nacionales y entrenar a la oficialidad en la guerra contrainsurgente, factores claves que incidieron en las violaciones de los derechos humanos durante el enfrentamiento armado.

En 1991, en una demanda civil, un tribunal de justicia estadounidense declar� al ex ministro de Defensa guatemalteco, general H�ctor Gramajo, responsable del secuestro y la violaci�n de la hermana Ortiz. El general Gramajo es uno de los literalmente cientos de graduados de la Escuela de las Am�ricas, la tristemente c�lebre instituci�n estadounidense, que han estado implicados en violaciones de derechos humanos en diversos pa�ses latinoamericanos. La Escuela de las Am�ricas, ubicada en Fort Benning, Georgia, es el m�s conocido de los centros estadounidenses de instrucci�n militar, pero hay m�s de 150 centros en Estados Unidos y en otros pa�ses donde se imparte formaci�n a militares extranjeros. En septiembre de 1996, el Departamento de Defensa estadounidense dio a conocer datos seg�n los cuales, entre 1982 y 1991, la Escuela hab�a utilizado unos "manuales de instrucci�n sobre t�cnicas de inteligencia" que propugnaban las ejecuciones, la tortura, las palizas y el chantaje. Los manuales, redactados en espa�ol, se emplearon para capacitar a miles de agentes de las fuerzas de seguridad latinoamericanas, y se distribuyeron ejemplares en Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala y Per�.

Al parecer, los manuales no se hab�an descubierto hasta 1991, en el curso de unos procesos de revisi�n internos. Ese mismo a�o se notific� el hallazgo a los comit�s del Congreso pertinentes, aunque no se hizo p�blica la existencia de los manuales. De hecho, cuando en julio de 1996 las organizaciones no gubernamentales estadounidenses -como SOA Watch- dieron a conocer dicha existencia en una campa�a, el portavoz oficial de la Escuela neg� que se hubieran utilizado. Dos meses despu�s, en septiembre de 1996, el Pent�gono dio a conocer algunos ejemplares de los manuales. Varias investigaciones oficiales han puesto de relieve que, aunque los manuales conten�an material indebido, su elaboraci�n, distribuci�n y uso no hab�an infringido ninguna ley estadounidense. En consecuencia, no se han exigido responsabilidades a nadie por su elaboraci�n y su utilizaci�n. De hecho, las autoridades estadounidenses se negaron a castigar a los responsables de producir y utilizar estos manuales porque no hab�a existido "un intento deliberado de vulnerar" la pol�tica estadounidense.


Extractos del libro "UN COMERCIO EXECRABLE: EL COMERCIO DE LA TORTURA" - �ndice AI: ACT 40/002/2001/s