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SOAW LATINOAMERICANA
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Carta desde Honduras de Lisa Sullivan

07 Julio 2009

Saludos desde la tranquilidad del toque de queda, aqu� en Tegucigalpa, Honduras. El toque de queda acaba de comenzar y el ruido normal del tr�fico afuera de nuestro hotel en el coraz�n de la ciudad ha sido silenciado.

Tres de los siete de nuestra peque�a delegaci�n est�n aprovechando los  computadores, tratando de escribir las primeras impresiones de este pa�s que ha tirado las cuerdas de nuestros corazones y que nos ha tra�do hasta aqu�, a pesar de las  dificultades que hemos tenido para llegar.















Me tom� tres d�as de viaje desde mi casa en Venezuela,  pasando por Miami, San Salvador y muchos autobuses y taxis de madrugada. Tambi�n esta junto a mi Laura Slattery, ex graduada de West Point  y ex-presa de conciencia de SOAW.  Ella compr� su pasaje a Honduras s�lo 2 horas despu�s de leer mi correo electr�nico en su hogar en California.

Al igual que todos nosotros, el domingo pasado qued� atrapada en EE.UU. porque Honduras cerr� sus aeropuertos cuando el Presidente Zelaya sin �xito intent� regresar a su pa�s. Ella no es persona de estar quieta por mucho tiempo. Laura agarr� otro avi�n rumbo a El Salvador para encontrarse conmigo y viajarnos juntas por tierra a Tegucigalpa.

Kent Spriggs, abogado de derechos humanos y tambi�n activista de la SOAW, desde su hogar en Florida tambi�n tom� la decisi�n r�pida de unirse a nosotros.  Kent viaj� primero a Atlanta donde se junto con Roy Bourgeois y con Dan Kovalik del sindicato United Steel Workers.  Los tres pasaron  2 d�as esperando que el aeropuerto de Tegucigalpa abriera, pero al final optaron por volar a San Pedro Sula y como nosotros viajaron por tierra a la capital.  El Padre Jos� Mulligan, sacerdote jesuita en Nicaragua y su amigo Tom Loudon del Centro Quijote, tambi�n descartaron la ruta a�rea y salieron en autob�s de Managua a las 4 a.m. con llegada prevista aqu� hoy por la tarde.

Las 6 horas programadas de viaje en bus de San Salvador a Tegucigalpa se convirtieron en 10 horas para Laura y para m� debido a los controles militares en las carreteras y tambi�n por los caminos bloqueados y  las marchas de la gente que protestaba.

Sentimos el sabor de la ciudad en nuestro primer viaje en taxi desde la parada de autobuses.  Nuestro taxista, un hombre sociable y emprendedor, amonton� a varias personas para llevarnos a tres destinos lejanos. Tuvimos una linda vista de la ciudad y vimos muchos graffiti  en las paredes: "fuera golpistas!" "no mas Pinochilettis". "Mel te esperamos".

Tan pronto como desembarco una se�ora de clase media -ella nos hab�a dicho que agradec�a al nuevo presidente por salvarle del comunismo-  el chofer del taxi se dirigi� a nosotras para decir que ella probablemente sent�a molestia por Zelaya ya que �ste hab�a alzado en 60 por ciento al salario m�nimo.  Bienvenidos a Honduras, un pa�s dividido, herido, sorprendido y desafiante.
 
Despu�s de reunirnos en nuestro peque�o hotel, los siete fuimos a COFADEH para juntarnos con Bertha Oliva. Ella nos hab�a mantenido bien informados durante la semana anterior por llamadas de celular. Sus primeras palabras durante la cena: "Este es un golpe no s�lo para Honduras sino a todos los de Am�rica Latina".

Bertha nos cont� los d�as anteriores al golpe.  Era m�s y m�s evidente que los vientos de cambio estaban recorriendo el pa�s y muchos de quienes hoy est�n en el poder se sent�an amenazados por ellos.

Jos� y yo presentimos esa situaci�n un mes antes, cuando visitamos Honduras la primera vez en mayo, reuni�ndonos entonces con Zelaya en una delegaci�n de SOAW.  Entonces, fuimos invitados a participar en lo que fue -sin dudas- la reuni�n m�s fascinante de todos mis a�os en Am�rica Latina. 

Pasamos unas seis horas en un di�logo franco y abierto entre el Presidente y varios de sus ministros y unos 30 l�deres de los movimientos sociales; entre ellos, campesinos, trabajadores, ind�genas, los derechos humanos, las mujeres.

La discusi�n abarco distintos temas, por ejemplo, la posibilidad de cerrar la base de Palmarola, tambi�n sobre el acuerdo de libre comercio o  la cuesti�n de enviar tropas a la SOA, etc.  El Presidente escuchaba, preguntaba a sus ministros, discut�a abiertamente y con mucho respeto hacia los dirigentes sociales.

Jam�s yo hab�a presenciado ese tipo de di�logo franco entre la colecci�n de altos funcionarios de gobierno y dirigentes de movimientos sociales. Cuando regres� a los EEUU, yo hab�a compartido que -mientras muchos se estaban fijando en otros lugares, por ejemplo El Salvador- para m� fue Honduras el pa�s m�s fascinante de Am�rica Latina en este momento. Que poco imaginaba yo. Sin embargo, activistas como Bertha s� sab�an muy bien que algo estaba por llegar.

Durante la noche del  25 de junio, muchos l�deres de los movimientos sociales se reunieron con el Presidente. El hab�a sido llamado para reunirse con cuatro generales. Al salir de aquella reuni�n, Zelaya dijo, con su cara muy seria, a los del grupo de activistas que estaba a punto de anunciar la renuncia del ministro de defensa, tambi�n la destituci�n del jefe de las Fuerzas Armadas (Romeo V�squez, graduado de SOA) y tambi�n la cancelaci�n de la votaci�n consultiva para la Asamblea Constituyente, previsto para el 28 de junio. El grupo insisti� en que no pod�a eliminar esta consulta, que s�lo pertenec�a al pueblo. 

Bertha fue uno de ellos. Si bien dijo que, como l�der de los derechos humanos, no le tocaba estar a favor o en contra de un Presidente, la consulta era algo que hab�a elevado la auto estima de las personas.

Sent�an, por primera vez, que los hab�an tomado en serio en cuanto a la configuraci�n de la direcci�n de su naci�n. El Presidente estuvo de acuerdo, y esa noche muchos sab�an que el golpe fue sellado. Los tradicionalmente poderosos no permitir�an que la consulta se realizara como claramente ocurri� el 28 de junio.

Y hay tantas otras historias, pero nos llama la cama ahora.  Ma�ana esperamos reunirnos con los l�deres de los movimientos sociales, participar en una marcha programada, tambi�n trataremos de reunirnos con la embajada de EE.UU. y hacer algunas entrevistas a la prensa.  Y sobre todo, queremos tener una mejor idea de la experiencia  de los hondure�os en este momento y  preguntarles c�mo podemos ayudar.

Nos mantenemos en contacto permanente, abrazos de Tegucigalpa, Lisa.



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Lisa Sullivan
Coordinadora para Am�rica Latina
Observatorio de la Escuela de las Am�ricas
School of Americas Watch
Apartado Postal 437 Barquisimeto, Lara
Venezuela
58-416-607-0972
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