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Reportaje: Caminata por El Derecho a la Paz

 

Después de 8 días y 120 millas, la caminata El Derecho a la Paz, organizada y patrocinada por Georgia Peace and Justice Coalition (GPJC), llegó a un emocionante final. La caminata, la cual comenzó en las puertas de Fort Benning, apuntó a captar la atención y despertar  la conciencia del público estadounidense acerca de la investigación, desarrollo, prueba y el uso de la nueva generación de drones asesinos por Estados Unidos. De la misma manera pedimos el cierre de la Escuela de las Américas/WHINSEC.

El primer día de la caminata, honramos la memoria de Monseñor Juan Gerardi, de Guatemala, quien fue asesinado por un graduado de la Escuela de las Américas, el coronel Byron Lima Estrada, el 26 de abril en de 1998. Gerardi encabezó el informe de la comisión de verdad “Guatemala: ¡Nunca Más!”, la cual sistematizó, por primera vez, en base a los testimonios de sobrevivientes, las graves violaciones a los derechos humanos que fueron cometidas durante el conflicto armado interno que duró más de 36 años.

A 16 años del asesinato de Gerardi, nosotras y nosotros continuamos haciendo un llamado por la memoria, por la verdad, y la justicia en Guatemala. La situación política sigue empeorando y las  estructuras del Estado continúan discriminando y aterrorizando a las comunidades que se resisten contra las políticas económicas neoliberales y contra las industrias extractivas que amenazan su existencia.

Un poco después, tuvimos la oportunidad de visitar a Anton Flores – organizador comunitario y  defensor de los derechos de los inmigrantes – de Alterna, en Lumpkin, Georgia. Nuestra caminata continúo hacia el centro de detención Stewart, que es la prisión de inmigrantes más grande en los Estados Unidos, privada y con fines de lucro.

Llevamos a cabo una vigilia en solidaridad con aquellos que están encerrados en Stewart, así como con sus familias, que fueron forzadas a viajar largas distancias y en algunos casos tuvieron que atravesar estados para visitas de una hora con sus seres queridos.

Una y otra vez, escuchamos relatos terribles de familias que han sido separadas por causa de leyes injustas e inhumanas, al igual que a través de procesos de deportación. Pero también conocimos El Refugio, un pequeño pero vibrante espacio que brinda alojamiento y apoyo, donde las familias que llegan a Lumpkin para visitar a sus seres queridos pueden hospedarse.

Para nosotros, fue importante hacer la conexión entre las causas raíces de la migración a través del entrenamiento de militares y policías latinoamericanos, al igual que la criminalización y vergonzosa discriminación de las y los inmigrantes en los Estados Unidos dentro de un sistema más amplio del militarismo estadounidense.

Mientras reflejábamos sobre el significado de este sistema de opresión y el trabajo que se necesita realizar para poder cambiarlo, Anton nos recordó que para las y los detenidos y despojados de su humanidad, el debido proceso no existe, ni consejo legal. Dentro de las muchas realidades estremecedoras de Lumpkin, aprendimos que la población allí es sólo 1.300 personas, mientras que la población de detenidos en Stewart es 1.800.

Lumpkin es también el condado más pobre de Georgia. Nuestro día terminó con una cena comunal, compartiendo risas y sonrisas en Alterna, y así como hicimos las conexiones entre luchas, continuamos en nuestra caminata, ciudad por ciudad, milla por milla, paso a paso.

Cada día, nuevas personas se unieron a nuestra caminata. Algunas eran seguidores de SOA Watch desde hace mucho tiempo, y otras eran activistas de la paz y miembros de GPJC que han estado activamente envueltos en temas de justicia social en el área de Atlanta. Junto a ellas trajeron su energía y espíritu de resistencia, afiches, meriendas, historias y música y, mientras nos disponíamos a hacer las conexiones entre las varias instituciones de represión, al mismo tiempo estábamos vinculando nuestras propias historias, nuestras propias vidas. Me sentí humilde por cada persona que se unió a nosotras y nosotros durante la caminata – cada una de ellas tenía una historia que contar y una convicción de alzar la voz frente a la injusticia.

Al mismo tiempo, una incontable cantidad de activistas que no pudieron asistir a la caminata, pero que estuvieron en espíritu, enviaron mensajes de apoyo y pudieron hablar acerca de la Caminata por el Derecho a la Paz en sus propias comunidades. Eso, también, fue una hermosa expresión de solidaridad y acción!

Durante la caminata, nuestros mensajes de resistencia fueron vistos por las y los automovilistas que pasaban a nuestro lado y nuestras voces fueron escuchadas por la gente que paseaba o que se detenía para preguntar qué eran los drones y la Escuela de las Américas.

A menudo, nos cruzábamos con niñas y niños que se bajaban de autobuses escolares y hacían muchas preguntas, específicamente sobre uno de nuestros carteles donde se podía leer: “Cuando los drones vuelan, niños mueren”. Con preocupación, estaban ansiosas y ansiosos por aprender qué eran los drones y por qué mataban niños, y nos preguntaban a dónde nos dirigíamos y por qué estábamos caminando por tanto tiempo. Fue fácil ver que no era difícil explicar qué eran los drones cuando enmarcamos nuestros esfuerzos para llamar la atención al problema en el contexto del derecho a un mundo en paz.

Las y los caminantes por la paz tuvieron una calurosa bienvenida en Atlanta, el viernes por la tarde, cuando organizadores de la caminata y activistas locales llegaron juntos a celebrar la solidaridad y preparar carteles y pancartas para la marcha del sábado para ir juntos desde el Centro Martín Luther King al Centro Tecnológico de Georgia, donde íbamos a llamar la atención sobre el tema de la guerra de drones ante las y los egresados de Georgia Tech, en el día de su graduación.

Juntas y juntos – estudiantes, niñas y niños, familias, inmigrantes, activistas de la paz, activistas laborales, educadoras y educadores, organizadoras y organizadores comunitarios – nuestras voces se convirtieron en una sola para enviar un claro mensaje al Centro Tecnológico de Georgia: La investigación y desarrollo de drones asesinos es inaceptable e inmoral, y por ese motivo demandamos prohibir el desarrollo de tecnología que sólo sirve para perpetuar una cultura de militarismo. Solo levantando nuestras voces y conectando nuestras luchas podremos desafiar efectivamente la cultura de militarismo.

También presentes junto a Georgia Peace and Justice Coalition fueron la Coalition of Immokalee Workers, el National Lawyers Guild, Women’s Action for New Directions (WAND), el Movement to End Israeli Apartheid–Georgia, el International Action Center, y WRFG 89.3 FM Atlanta.

Al llegar al Centro Tecnológico de Georgia, nos reunimos todas y todos para pedir el cierre inmediato de la Escuela de las Américas a través de la aprobación del Proyecto de Ley HR 2989 – la ley de revisión del entrenamiento militar de latinoamericanos – que nos permitiría suspender la  financiación e investigar la Escuela de las Américas.

Kevin Moran, de la Georgia Peace and Justice Coalition, también imploró a las y los estudiantes del Centro Tecnológico de Georgia, a sus familias y amistades que hicieran un llamado a la universidad para ponerle fin a las investigaciones y el desarrollo de tecnología que sólo sirve para aterrorizar y matar a una incontable cantidad de civiles por todo el mundo. La Escuela de las Américas y el uso de drones asesinos son ambos, parte de un sistema más amplio del militarismo. El instituto y el asesinato por control remoto, no son aberraciones de la política exterior de EEUU sino un claro ejemplo de ella.

Nuestro compromiso por el cierre de la Escuela de las Américas y un cambio de la cultura de militarismo y opresión por una de paz y justicia está más fuerte que nunca. El panorama actual de países como Honduras y Guatemala nos recuerda que una cultura de impunidad y violencia no puede terminar sin rendiciones de cuentas y justicia. Por otro lado, sabemos que tenemos que mantenernos activos mientras el gobierno de los EEUU continúa con la militarización de la región en nombre de la "democracia" y "libertad". Para esto decimos ¡Basta!, ¡Basta!

Espero que puedas unirte junto a nosotros en las puertas de Fort Benning, este 21 al 23 de noviembre de 2014, para demandar el cierre de la Escuela de las Américas. Aunque la vigilia anual  está a meses de distancia, nunca es demasiado temprano para empezar a planificar acciones de apoyo en tu comunidad, con tu organización, otras familias, estudiantes, inmigrantes, veteranos, sobrevivientes de torturas, sindicalistas, gente de fe y artistas.

Este año, nuestras actividades en EEUU estarán llenas de esperanza y movidas por un profundo amor a la paz y la justicia a medida que participamos en talleres, capacitaciones, acción directa no violenta, la vigilia en las puertas del Centro de Detención de Stewart, proyecciones de películas, conciertos, un mitin en las puertas mismas de la Escuela de las Américas y un cortejo fúnebre para conmemorar a los mártires que fueron asesinados por sus graduados.

En solidaridad,

María Luisa Rosal

 



 

 

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